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No puede entenderse ninguna crítica artística de la escultura sin tener en cuenta a Herder y a Winckelmann. Con ellos se inaugura, prácticamente, la disciplina. Fiel heredero de esta inauguración, Walter Pater, profesor en Oxford, alumno de Rusk... Seguir leyendo
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No puede entenderse ninguna crítica artística de la escultura sin tener en cuenta a Herder y a Winckelmann. Con ellos se inaugura, prácticamente, la disciplina. Fiel heredero de esta inauguración, Walter Pater, profesor en Oxford, alumno de Ruskin y maestro de Wilde, escribió ensayo y novela (Estudios en la historia del Renacimiento y Mario el epicúreo, son ejemplos de uno y otra) y representa una luz para la estética de su época, la victoriana, que desarrolló una sensibilidad exquisita con respecto a todo lo griego. Es muy probable que Pater se asumiera como un vínculo entre el oscuro arte helénico de la etapa heroica, la primera escuela de escultores de 576 a.C, y su periodo victoriano, un periodo que comienza a profundizar en la apreciación de este arte, una de las piedras fundacionales de Occidente. Una y otra vez Pater contextualiza las obras que ocupan su interés y traza similitudes con fenómenos similares de la historia universal del arte. Enriquece su trabajo con el añadido del elemento legendario tan íntimamente vinculado a la génesis de las obras temprana que, incluso hoy, es difícil lograr una s