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Fue el cirujano, probablemente, el primer sanador que existi¢. Vino antes que los brebajes, purs, salvas, c nticos y mitos de anta¤o. Es que desde el principio hubo ca¡das, heridas, quemaduras, fracturas, malformaciones, abscesos, infecciones de ... Seguir leyendo
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Fue el cirujano, probablemente, el primer sanador que existi¢. Vino antes que los brebajes, purs, salvas, c nticos y mitos de anta¤o. Es que desde el principio hubo ca¡das, heridas, quemaduras, fracturas, malformaciones, abscesos, infecciones de tejidos, osteomielitis, hematomas subdurales, dislocaciones, atragantamientos, en fin, las heridas f¡sicas. No lo sabemos. Todo esto est perdido en el tiempo. Los primeros cirujanos tendr¡an a su disposici¢n la madera para entablillar, la lanceta para el absceso, el trpano para la sangr¡a dentro del cr neo, las hojas y el grano para los ungentos y pomadas en quemaduras y heridas, los torniquetes, el fuego y el cauterio para la hemorragia, las hormigas y luego las agujas y el hilo para unir los bordes de las heridas, todo en evoluci¢n gradual, con la intenci¢n de sanar, su vocaci¢n basada en la compasi¢n, y una visi¢n tica. El cirujano de hoy tiene la ayuda de una tecnolog¡a insospechada e impredicha a£n hace 40 o 50 a¤os. Pero ambos, el cirujano de antes y el de hoy, se suscribieron siempre a un c¢digo estricto de tica, de hacer el bien, de no hacer da¤o, de mi